El ser humano necesita de diversas fuentes de energía para desarrollar cada día sus actividades domésticas y profesionales. La electricidad ha sido la principal opción en todos los rincones del mundo para satisfacer esta creciente demanda, pero poco a poco la utilización de baterías solares y de paneles ha aumentado, gracias a la promoción de esta práctica como una herramienta para proteger el planeta.
De hecho, este 2015 en la Cumbre de la Organización de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático los representantes de los 195 países que asistieron a la reunión multilateral lograron un acuerdo, con el que se comprometen a adoptar medidas que reduzcan el aumento de la temperatura en el planeta, entre ellas la inversión para promover el uso de energía renovable.
Se estima que en los próximos 20 años deberán destinarse más de 3 billones de dólares en el desarrollo de sistemas solares y se dará prioridad a los paneles de uso residencial, que son instalados en los techos de las viviendas. El proyecto es ambicioso, pero ante la imposibilidad de que los países en vías de desarrollo puedan cumplir la meta, las naciones desarrolladas están dispuestas a colaborar para financiar las iniciativas en esta área.
La utilización de la denominada energía “verde” o renovable busca frenar los gases de efecto invernadero para intentar controlar el cambio climático. Por esta razón es que busca extenderse el uso de la luz solar como principal fuente de energía.
Muchos se preguntan en qué actividades es posible utilizar baterías y paneles solares. Y la verdad es que su aplicación es ideal para múltiples casos, como iluminación de vías urbanas y de viviendas unifamiliares. En la agricultura pueden ser empleados en las actividades de bombeo y riego.
La eficiencia de estos dispositivos que funcionan a partir de la radiación solar, en el suministro de energía hace que se vislumbre la masificación de su uso, pero esto dependerá de la conciencia ecológica de los ciudadanos y del trabajo mancomunado para reducir las emisiones de carbono.
Ante los inminentes cambios que sufrirá la Tierra, la población mundial no debe sentarse a esperar las medidas que tomarán los gobernantes de cada país. Resulta imprescindible el concurso de todos para lograr la meta de la ONU de reducir por lo menos el 40% de los gases de efecto invernadero para el año 2050. ¿Lo lograremos?