Desde niños, uno de los más agradables instantes que podemos vivir es recibir algún presente de un ser amado. Y da lo mismo que no lo estemos esperando y sea una grata sorpresa, o que contemos los días para que llegue la Navidad, Día de Reyes o las diversas celebraciones locales que implican que nos obsequien regalos parafalleros u otros. Y cuando llegamos a adultos esta emoción no varía, pero, empezamos a captar, a profundidad, por qué se hace.
Para comenzar a entender la psicología del dar y el recibir, tenemos que retroceder a una época en la cual el dinero no era importante, o básicamente no existía, y donde los objetos y servicios se obtenían a partir de trueques e intercambios. En este tipo de ambiente los que sobrevivían eran, o los de mayor fuerza y recursos, o quienes formaban fuertes alianzas de cooperación en equipo.
Consiste en una pizca de cinismo
Es en ese segundo caso que surge la idea de repartir presentes, con sutiles propósitos, como:
- Comunicar con hechos a nuestros seres queridos que son apreciados. Así, entregamos un objeto bello, útil, o difícil de encontrar.
- Impresionar a los allegados con nuestro alto poder adquisitivo, que nos permite el lujo de otorgar algo tan valioso.
- Demostrar a los demás y a nosotros mismos, que somos personas dadivosas y desinteresadas.
- Aprovechar un inesperado momento de abundancia para mostrarnos generosos, ganando favores, y obsequios, a futuro.
Total que el tiempo y la intención constituyen, los factores principales que distinguen la entrega, y no se trata de un trueque, ya que usualmente no se espera una reciprocidad inmediata, a menos que la celebración lo exija.
Y toneladas de corazón
Por supuesto, exigir o siquiera mencionar estos puntos se consideraría una grosería en muchos círculos, porque siendo el lado práctico, no cambia el hecho de que en innumerables ocasiones no actuamos movidos por motivos de interés. Entonces, la única recompensa que esperamos al entregar regalos parafalleros es ver el rostro de esa persona iluminado al abrir el bonito detalle, y saber que seremos recordados con buenos sentimientos por un largo período.